Música y literatura es lo que nos presenta la cantante nacional Dulce y Agraz.
“La luz se desintegra. Ella, ahora es otra. Esta vislumbra al borde del precipicio, clara, entre las sombras, lumbre de amores, en el sol que se amanece”, este es un extracto de uno de los poemas del nuevo disco poemario “Albor”, de Daniela González Mella, conocida como Dulce y Agraz.
La artista explica su nuevo proyecto como un cruce entre la música electrónica, el pop y métricas folclóricas. Es su segundo álbum de larga duración, después de “Trino”, su primer disco de 2018.
“Es también la interdisciplina artística, una investigación hecha durante pandemia que fueron recuerdos, archivos, herencia familiar y colectiva”, dice Dulce y Agraz.
«Albor» es una experiencia, la artista describe que si bien en un principio parece estar más ligado al pop, “su evolución concluyó en un álbum empapado del sur de Chile, la sonoridad latinoamericana, las mujeres de Daniela González. Un ejercicio musical y literario, que sirvió para purgar angustias y dolores que todos, todas y todes podemos sentir”.
Daniela expresó lo que hay detrás de la nueva música: “Para mí, esto es un riesgo. Hice el disco siendo súper consciente de que no iban a ser singles ni hits. En este momento de mi vida estoy dejando de lado las expectativas de éxito, estoy buscando profundizar, estoy estudiando”.
“No es un disco que hice para hacer crecer mi carrera en términos de números”, comentó la artista.
En los últimos años, Dulce y Agraz ha buscado crecer. Esto lo hizo aprendiendo a escribir, a conocerse y a desafiarse, como lo dice ella misma.
El disco que fue producido por Iván González es como un poema, donde la chilena cuenta todo el proceso que significó para ella la escritura sobre la cueca, anécdotas de su madre, el folclor, y canciones de diversos artistas.